Estimados miembros EICISOFT en el exilio:
Me dirijo al subconjunto que puede ver la película completa, los que quedan
allá tendrán que conformarse con la parte "editada" por su propio bien.
Estoy tomando la libertad de incluir a Ulises en la respuesta.
Pienso que mi parte de la historia puede serles interesante aunque ya se me
va borrando. Me refiero a lo que pasaba alla en Cuba cuando todo lo que uds
refieren ocurría. Debo decirles que yo conocía de varios los planes de
desersión pero no el de Julián. Mi mayor preocupación era el de las
represalias que que se producirían cuando se conociera de la desbandada y
por eso trataba que no se levantara la paloma.
El primero que se va es Ulises, pero por suerte tuvo a bién darse de baja en
EICISOFT antes de marcharse. Por suerte la información en Cuba no se cruza
eficientemente y nunca me conectaron con ésa ni tampoco con la de Pablito,
que logró irse con su hermano pero tampoco estaba ya en EICISOFT.
Con el ánimo de mantener la paloma en el piso, es que traté que Marco no
declarara abiertamente su deserción, cosa que difiere de la posición de
Brunet y tampoco logré que Marco se arriesgara a volver a Cuba con mi
promesa de volverlo a enviar enseguida. Realmente, reconozco que le estaba
pidiendo algo bastanet arriesgado, pues no podía garantizarle, no sólo el
poderlo re-enviar a México que siempre pasaba por demasiadas aprobaciones,
sino que ni siquiera podía contar con que yo seguiera al frente de EICISOFT.
La salida de Marco tuve que explicarla en el consejo de dirección del
Ministerio, a la gente del aparato (como es de suponer) y a Carlos Lage, que
me llamó para...anotarme vez al bate. En unos diaz asisto a una reunión de
todos los directores y secretarios de núcleo de todos los centros de
investigación convocados por el Partido Provincial. La reunión la dirigió
aquella esbirra mulata buenota de ojos verdes llamada Glenda. Las
deserciones del personal científico estaban causando alarma. Recuerdo que,
entre otras esbirradas, la Glenda dijo "aquí no se va a decir más, se fue,
sino...se te fue", "para decir que alguien no tiene problemas no basta
conque no haga planteamientos conflictivos...hay que meterles el dedo! hay
que provocarlos para que delaten". Dijo más barbaridades, pero baste con
estas para dar el ambiente reinante cuando cayó la bomba de Julián. A todas
estas, no hay que olvidar, el antecedente del asuntico del Llamamiento al IV
Congreso y la guerra que me mantenían el binomio Gilberto-Abad desde núcleo
y Alexis atrincherado en el Comité de Base.
A todas estas, por España andaba Osmel con su novia que apenas reportaba y
no contaba con que regresara. Tampoco contaba con Viciedo que estaba en
Caracas y cada vez reportaba menos. Hacía las gestiones para que Natasha
saliera hacia México que fructificaron, confiaba de nuevo en que no se
cruzara la información pues estaba claro que esto apuntaba a que Brunet no
viraba tampoco.
Logro, en contra de la voluntad del Ministro y por la interevnción del
Embajador de España, la salida de Guillermito Franco, estaba claro, aunque
no se dijera de manera explícita, que con Guille no se empataban más. Para
acabar de completar el cuadro, Arturo se va en una lancha y Labrada logra
irse en un viaje de visita usando una carta que yo le dí. En esos dias,
vuelve Carlos Lage y esta vez me hace referencia a un comentario de Emilio
Maril sobre la no confiabilidad de Brunet, por suerte ya tenía una respuesta
preparada, la de una antigua rivalidad amorosa que predisponía y prejuiciaba
las opiniones de Emilio Maril, no quedó demasiado conforme pero pasó, no
obstante aprovecho para decirme "van doooos". Solo conocía lo de Marco y
Julián, no se que hubiera sucedido si llega a saber que ya iban 6 (and
counting).
Fue entonces cuando mandé una carta cifrada a Brunet que en resumen decía
"HEEEEELP"....continuará
Armando Rodriguez
Historias de una empresa Cubana de Informática de finales del siglo XX
viernes, 12 de junio de 2009
Crónica de la Fuga de Julián segun Roberto Martinez Brunet
Julián:
Estoy compartiendo este mensaje con las mismas personas a las que enviaste
el tuyo pues así tendrán una visión completa de los hechos que relatas. Comparto tu
opinión de tratar de no expresar ideas o comentarios que puedan tener una connotación política
en el foro público porque hay personas en él que no están en condiciones de expresar
libremente sus opiniones y sería injusto ponerlos en esa situación. Digo que trataré porque
tampoco me gusta que se me asocie con ideas que no comparto y a veces el silencio puede
interpretarse como aprobación.
No puedo precisar las fechas. Debemos estar hablando del año 91. Recuerdo
que trabajamos el Primero de Mayo. Lo recuerdo porque después fuimos a comer a la Cantina
El Nuevo Mundo con el Ingeniero y Rafael el de Niveles. Recuerdo que preguntaste qué eran
esos pequeños chiles verdes que estaban en la mesa y te dije que se comían con pan. Pensé
que entenderías que era una broma. Creo que por poco te da un infarto. No se si
esta fué la última vez que nos vimos. Posiblemente no.
Debe haber sido un domingo cuando Sergio me llama y me dice que no habías
regresado a dormir la noche anterior. Inmediatamante me fuí al Departamento de San Pedro
de Los Pinos y comprobé lo que Sergio decía y la situación tal y como tu la describes.
Creo que esperamos hasta el lunes para informar a Mandy y dar parte a la Embajada. La
Embajada no le dió particular importancia. Creo que ya estaban acostumbrados.
Pero Sergio y yo estábamos seriamente preocupados. La idea de la deserción
claro que pasó por nuestras mentes. Pensamos en eso pero nos parecía que no te atreverías a
separate de tu familia y, por otra parte, ¿por qué abandonar todo lo que tenías? Así, tu
estrategia diversionista funcionó perfectamente.
El próximo paso fué Locatel. Locatel es un servicio que hay -o había- en
México en el cual se da parte de personas desaparecidas y ellos te ayudan a buscarlo. Eso
me lanzó de cabeza a un mundo bastante sórdido: cada media hora me llamaban y me
describían un muerto que había aparecido en alguna parte.
-"Señor Roberto, apareció un hombre bajito apuñalado en Tlalpan"
-"Tiene bigote" -"No, no tiene bogite y es mas bien como indio olmeca"
-"Gracias pero ese no es"
Y así por dos o tres días.
Solamente tenía una indicación de que la deserción era posible: auquella
llegada tarde a la UNAM todo emperifollado... Ninguna de las dos cosas son muy tuyas.
Cuando andábamos por el miercoles o jueves la Sra. Armanda me
dice: -"Roberto, eres un buey si piensas que Locatel reporta a todos los que aparecen muertos en el
D.F. Tienes que irte a la Morgue de la ciudad y a la Escuela de Medicina de la UNAM"
Ahora sí la cosa estaba poniendose bastante fea. Una cosa es recibir
descripciones de muertos por teléfono y otras es andar metido en la Morgue. Entonces llegó la
idea salvadora. Recordé que habíamos tenido una conversación por los gastos de
teléfono del Departamento de S. Pedro de los Pinos...
-"A ver Catita, traigame los recibos de teléfonos del departamento de los
últimos meses" -"Enseguida Sr. Roberto"
Cuando me pongo a revisar los números de larga distancia llamados en seguida
me llamó la atención las llamadas a España. Fué un momento llamar a Mandy darle el
número y ya sabes el resto de esa ramificación.
El alivio fué tan grande que el Ingeniero dijo allí mismo -"Vámonos a la
chingada". Acabamos en el Samurai disfrutando unos tequilas, Bohemias y suchis... No
acabó tan mal el día. Nos pasamos el resto de la noche, entre sorbo y sorbo de tequila,
hablando de lo desconsiderado que habías sido .
Quedaba el asunto de la pacotilla. Y Sergio me pregunta ¿qué vamos a hacer
con esto? Habían juguetes para tu hija, un bulto de CDs, algunas otras cosas. Y le
dije a Sergio: -"Si Julián dejó atrás todo esto creo que no es mi responsabilidad ocuparme
de su entrega. Haz lo que te parezca". Creo -aunque no me consta- que le regaló
los juguetes a unos niños del edificio. Cuando iba a regresar a Cuba fuí al departamento y
me llevé una bolsa azul que me parece era tuya y todavía andaba dando vueltas por allí.
Sergio me dió un CD que que no era de su gusto, una colleción de éxitos de Paul McCartney.
Creo que todavía lo conservo ("Someone is knocking at the door...do me a favor and
let him in".
Cuando bastante después Sergio llego a México (esa es otra historia)
hablamos un poco de cómo desconfiábamos -y nos cuidabamos- el uno del otro.
Creo que esto cubre bastante bien mis recuerdos. Me alegra mucho que estés
bien en unión de tu familia.
Un abrazo
RMB
Estoy compartiendo este mensaje con las mismas personas a las que enviaste
el tuyo pues así tendrán una visión completa de los hechos que relatas. Comparto tu
opinión de tratar de no expresar ideas o comentarios que puedan tener una connotación política
en el foro público porque hay personas en él que no están en condiciones de expresar
libremente sus opiniones y sería injusto ponerlos en esa situación. Digo que trataré porque
tampoco me gusta que se me asocie con ideas que no comparto y a veces el silencio puede
interpretarse como aprobación.
No puedo precisar las fechas. Debemos estar hablando del año 91. Recuerdo
que trabajamos el Primero de Mayo. Lo recuerdo porque después fuimos a comer a la Cantina
El Nuevo Mundo con el Ingeniero y Rafael el de Niveles. Recuerdo que preguntaste qué eran
esos pequeños chiles verdes que estaban en la mesa y te dije que se comían con pan. Pensé
que entenderías que era una broma. Creo que por poco te da un infarto. No se si
esta fué la última vez que nos vimos. Posiblemente no.
Debe haber sido un domingo cuando Sergio me llama y me dice que no habías
regresado a dormir la noche anterior. Inmediatamante me fuí al Departamento de San Pedro
de Los Pinos y comprobé lo que Sergio decía y la situación tal y como tu la describes.
Creo que esperamos hasta el lunes para informar a Mandy y dar parte a la Embajada. La
Embajada no le dió particular importancia. Creo que ya estaban acostumbrados.
Pero Sergio y yo estábamos seriamente preocupados. La idea de la deserción
claro que pasó por nuestras mentes. Pensamos en eso pero nos parecía que no te atreverías a
separate de tu familia y, por otra parte, ¿por qué abandonar todo lo que tenías? Así, tu
estrategia diversionista funcionó perfectamente.
El próximo paso fué Locatel. Locatel es un servicio que hay -o había- en
México en el cual se da parte de personas desaparecidas y ellos te ayudan a buscarlo. Eso
me lanzó de cabeza a un mundo bastante sórdido: cada media hora me llamaban y me
describían un muerto que había aparecido en alguna parte.
-"Señor Roberto, apareció un hombre bajito apuñalado en Tlalpan"
-"Tiene bigote" -"No, no tiene bogite y es mas bien como indio olmeca"
-"Gracias pero ese no es"
Y así por dos o tres días.
Solamente tenía una indicación de que la deserción era posible: auquella
llegada tarde a la UNAM todo emperifollado... Ninguna de las dos cosas son muy tuyas.
Cuando andábamos por el miercoles o jueves la Sra. Armanda me
dice: -"Roberto, eres un buey si piensas que Locatel reporta a todos los que aparecen muertos en el
D.F. Tienes que irte a la Morgue de la ciudad y a la Escuela de Medicina de la UNAM"
Ahora sí la cosa estaba poniendose bastante fea. Una cosa es recibir
descripciones de muertos por teléfono y otras es andar metido en la Morgue. Entonces llegó la
idea salvadora. Recordé que habíamos tenido una conversación por los gastos de
teléfono del Departamento de S. Pedro de los Pinos...
-"A ver Catita, traigame los recibos de teléfonos del departamento de los
últimos meses" -"Enseguida Sr. Roberto"
Cuando me pongo a revisar los números de larga distancia llamados en seguida
me llamó la atención las llamadas a España. Fué un momento llamar a Mandy darle el
número y ya sabes el resto de esa ramificación.
El alivio fué tan grande que el Ingeniero dijo allí mismo -"Vámonos a la
chingada". Acabamos en el Samurai disfrutando unos tequilas, Bohemias y suchis... No
acabó tan mal el día. Nos pasamos el resto de la noche, entre sorbo y sorbo de tequila,
hablando de lo desconsiderado que habías sido .
Quedaba el asunto de la pacotilla. Y Sergio me pregunta ¿qué vamos a hacer
con esto? Habían juguetes para tu hija, un bulto de CDs, algunas otras cosas. Y le
dije a Sergio: -"Si Julián dejó atrás todo esto creo que no es mi responsabilidad ocuparme
de su entrega. Haz lo que te parezca". Creo -aunque no me consta- que le regaló
los juguetes a unos niños del edificio. Cuando iba a regresar a Cuba fuí al departamento y
me llevé una bolsa azul que me parece era tuya y todavía andaba dando vueltas por allí.
Sergio me dió un CD que que no era de su gusto, una colleción de éxitos de Paul McCartney.
Creo que todavía lo conservo ("Someone is knocking at the door...do me a favor and
let him in".
Cuando bastante después Sergio llego a México (esa es otra historia)
hablamos un poco de cómo desconfiábamos -y nos cuidabamos- el uno del otro.
Creo que esto cubre bastante bien mis recuerdos. Me alegra mucho que estés
bien en unión de tu familia.
Un abrazo
RMB
Crónica de la Fuga de Julián
Por Julián (10/ene/2003)
Hola, Brunet:
Efectivamente, han pasado más de 10 años desde aquellos memorables días en
que NO me encontraste en la morgue del DF, pero aún lo recuerdo como si
hubiese sido ayer. Creo que lo menos que puedo hacer es contarte la historia
completa. No puedo poner esta carta en el grupo Eicisoft porque algunos de
sus integrantes (como Homs y Rita) están en Cuba y no es que ellos no puedan
verla sino pueden resultar perjudicados por los "otros ojos" que también ven
las cosas que llegan allá.
No sé exactamente cómo fue la maniobra de Marco, algún día se lo preguntaré,
pero me parece claro que existía alguna persona que lo ayudaba allí en
Méjico. ¿La propia familia del ingeniero, quizás? Como en Cuba nada es lo
que parece y casi nada de lo que se dice es cierto, era imposible prever
cómo reaccionarían Sergio y tú cuando descubrieran mi desaparición. En el
caso tuyo me atrevía a suponer que armarías el alboroto reglamentario y
demorarías la búsqueda lo suficiente como para que me diera tiempo de
escapar. En el caso de Sergio, con el que compartía piso, ya no estaba tan
seguro. Después de todo, era militante y, en el mejor de los casos, la
diferencia entre lo que "hubiera querido" hacer y lo que "no iba a tener más
remedio" que hacer podía ser muy grande. La actuación posterior del
innombrable y Juan Fernández, según la escueta versión que tengo de los
hechos, confirma mis temores.
Casi en los últimos días tuve confirmación de que, efectivamente, podía
partir. Que me pusieran el pasaje por Iberia era trivial, pero el visado de
la embajada española parecía imposible porque se necesitaba un papel del
Ministerio de Gobernación (no recuerdo si de llamaba así) de México. Como
eso, a todas luces, no era posible, yo casi había desistido de la idea, y
toda la pacotilla (CDs, libros, juguetes, etc) era auténtica, no una
maniobra diversionista. Pero la posibilidad no se había cerrado y yo lo dejé
todo en manos de Dios. Si su voluntad era que yo me fuera, el camino se
abriría. Por mi parte, me costaba dormirme por las noches, porque irme era
alejarme de todo, de muchas cosas para siempre y de otras (como Felicia e
Indira) por un tiempo imposible de prever.
Y el camino se abrió. Intercedió, desde España, un señor ya jubilado al que
todos los embajadores conocían, pues durante mucho tiempo fue jefe de la
diplomacia española, y el embajador me concedió el visado.
El pasaje me lo sacaron para un sábado, pero el avión salía tardísimo,
después de las diez de la noche, si no recuerdo mal. Esto constituía un gran
problema. En la carta de despedida de Marco recuerdo que decía "no me
busquen, porque no me van a encontrar". No sé si eso sería cierto o no, pero
en el caso mío, si me buscaban SI me iban a encontrar, porque iba a estar
varias horas empantanado hasta la salida del avión.
Por tanto, era necesario enmascarar lo más posible mi partida para que,
cuando comenzaran a buscarme, ya yo estuviera en España. Favoreció mucho el
hecho de que ese día Sergio hiciera una gran excursión con su novia. Así que
lo primero que hice fue ir a Gigante, hacer la compra de la semana y ponerla
en la nevera. Creo recordar que también tendí alguna ropa lavada, pero ya de
eso no estoy seguro. Lo siguiente era que todas mis cosas siguieran en la
casa, porque el axioma de que un cubano jamás deja atrás la pacotilla es
inviolable y eso sería lo que más despistaría. Por último, dejé cerrada la
puerta de mi habitación. Si Sergio no la abría al llegar (nunca lo hacía),
como no había nada sospechoso en la escenografía, pensaría que estaba
durmiendo. Si la abría podía pensar que yo había ido al cine, cosa que a
veces ocurría. En medio de esta escena tan cuidadosamente montada, dejar una
carta de despedida a lo Marco, era absurdo.
A media tarde, para hacerlo antes del regreso de Sergio, partí hacia el
aeropuerto con lo puesto. Sólo llevaba mi portafolios con los documentos y
un libro para leer. Analizándolo retrospectivamente creo que hubiese sido
posible llevar un maletín con algunas cosas, pues nadie conocía un
inventario exacto de mis pertenencias, pero en momentos como ésos uno está
tan nervioso que no puede hacer ese tipo de razonamiento: la paranoia es
excesiva.
Las horas de espera hasta la salida del avión se cuentan entre las más
angustiosas de mi vida. Estaba cagado. Miraba a toda la gente que pensaba y
temía que en cualquier momento se apareciera un seguroso a cogerme. Cuando
por fin llegó el avión y pasó el momento de angustia de si aceptarían o no
mi pasaporte visado y me dejarían o no subir a él, resulta que el vuelo se
retrasó más de media hora y hasta llegué a pensar que era por mí y subiría
alguien a bajarme.
Por fin aterricé en Madrid. Sólo llamé a Felicia y le dije escuetamente
dónde estaba (era la única que siempre lo supo y en las conversaciones con
ella a lo largo del proceso le pasaba los adelantos u obstáculos en clave).
La gente me siguió metiendo miedo y me recomendó no revelar mi paradero
hasta no haber hecho la solicitud de asilo, pues sólo entonces estaría bajo
la protección del estado español. Mientras tanto, nunca me movía solo.
Siempre me acompañaba un par de compañeros de trabajo.
Y entonces llegó la llamada desde Eicisoft, supuestamente de Felicia y la
recepcionista me la pasó, con lo cual ya todo fue revelado sin que fuese
necesario el consenso de los que opinaban que aún no debía hacerse. Me pesa
decirlo, pero, de no ser por esa llamada, la lamentable búsqueda por las
morgues y hospitales se habría prolongado aún más, cierto es que
innecesariamente.
De Eicisoft, esta historia detallada sólo la conocía hasta ahora Jafet, que
ha estado un par de veces en mi casa aquí, en dos viajes que ha hecho a
España. Quizás él la haya contado a alguno más. De todas formas, aquí queda.
Aunque no ponga esta carta en el foro, aprovecharé para que la vean Mandy,
Marco y Viciedo, pues les puede interesar y no están en "zona peligrosa".
Julián
Hola, Brunet:
Efectivamente, han pasado más de 10 años desde aquellos memorables días en
que NO me encontraste en la morgue del DF, pero aún lo recuerdo como si
hubiese sido ayer. Creo que lo menos que puedo hacer es contarte la historia
completa. No puedo poner esta carta en el grupo Eicisoft porque algunos de
sus integrantes (como Homs y Rita) están en Cuba y no es que ellos no puedan
verla sino pueden resultar perjudicados por los "otros ojos" que también ven
las cosas que llegan allá.
No sé exactamente cómo fue la maniobra de Marco, algún día se lo preguntaré,
pero me parece claro que existía alguna persona que lo ayudaba allí en
Méjico. ¿La propia familia del ingeniero, quizás? Como en Cuba nada es lo
que parece y casi nada de lo que se dice es cierto, era imposible prever
cómo reaccionarían Sergio y tú cuando descubrieran mi desaparición. En el
caso tuyo me atrevía a suponer que armarías el alboroto reglamentario y
demorarías la búsqueda lo suficiente como para que me diera tiempo de
escapar. En el caso de Sergio, con el que compartía piso, ya no estaba tan
seguro. Después de todo, era militante y, en el mejor de los casos, la
diferencia entre lo que "hubiera querido" hacer y lo que "no iba a tener más
remedio" que hacer podía ser muy grande. La actuación posterior del
innombrable y Juan Fernández, según la escueta versión que tengo de los
hechos, confirma mis temores.
Casi en los últimos días tuve confirmación de que, efectivamente, podía
partir. Que me pusieran el pasaje por Iberia era trivial, pero el visado de
la embajada española parecía imposible porque se necesitaba un papel del
Ministerio de Gobernación (no recuerdo si de llamaba así) de México. Como
eso, a todas luces, no era posible, yo casi había desistido de la idea, y
toda la pacotilla (CDs, libros, juguetes, etc) era auténtica, no una
maniobra diversionista. Pero la posibilidad no se había cerrado y yo lo dejé
todo en manos de Dios. Si su voluntad era que yo me fuera, el camino se
abriría. Por mi parte, me costaba dormirme por las noches, porque irme era
alejarme de todo, de muchas cosas para siempre y de otras (como Felicia e
Indira) por un tiempo imposible de prever.
Y el camino se abrió. Intercedió, desde España, un señor ya jubilado al que
todos los embajadores conocían, pues durante mucho tiempo fue jefe de la
diplomacia española, y el embajador me concedió el visado.
El pasaje me lo sacaron para un sábado, pero el avión salía tardísimo,
después de las diez de la noche, si no recuerdo mal. Esto constituía un gran
problema. En la carta de despedida de Marco recuerdo que decía "no me
busquen, porque no me van a encontrar". No sé si eso sería cierto o no, pero
en el caso mío, si me buscaban SI me iban a encontrar, porque iba a estar
varias horas empantanado hasta la salida del avión.
Por tanto, era necesario enmascarar lo más posible mi partida para que,
cuando comenzaran a buscarme, ya yo estuviera en España. Favoreció mucho el
hecho de que ese día Sergio hiciera una gran excursión con su novia. Así que
lo primero que hice fue ir a Gigante, hacer la compra de la semana y ponerla
en la nevera. Creo recordar que también tendí alguna ropa lavada, pero ya de
eso no estoy seguro. Lo siguiente era que todas mis cosas siguieran en la
casa, porque el axioma de que un cubano jamás deja atrás la pacotilla es
inviolable y eso sería lo que más despistaría. Por último, dejé cerrada la
puerta de mi habitación. Si Sergio no la abría al llegar (nunca lo hacía),
como no había nada sospechoso en la escenografía, pensaría que estaba
durmiendo. Si la abría podía pensar que yo había ido al cine, cosa que a
veces ocurría. En medio de esta escena tan cuidadosamente montada, dejar una
carta de despedida a lo Marco, era absurdo.
A media tarde, para hacerlo antes del regreso de Sergio, partí hacia el
aeropuerto con lo puesto. Sólo llevaba mi portafolios con los documentos y
un libro para leer. Analizándolo retrospectivamente creo que hubiese sido
posible llevar un maletín con algunas cosas, pues nadie conocía un
inventario exacto de mis pertenencias, pero en momentos como ésos uno está
tan nervioso que no puede hacer ese tipo de razonamiento: la paranoia es
excesiva.
Las horas de espera hasta la salida del avión se cuentan entre las más
angustiosas de mi vida. Estaba cagado. Miraba a toda la gente que pensaba y
temía que en cualquier momento se apareciera un seguroso a cogerme. Cuando
por fin llegó el avión y pasó el momento de angustia de si aceptarían o no
mi pasaporte visado y me dejarían o no subir a él, resulta que el vuelo se
retrasó más de media hora y hasta llegué a pensar que era por mí y subiría
alguien a bajarme.
Por fin aterricé en Madrid. Sólo llamé a Felicia y le dije escuetamente
dónde estaba (era la única que siempre lo supo y en las conversaciones con
ella a lo largo del proceso le pasaba los adelantos u obstáculos en clave).
La gente me siguió metiendo miedo y me recomendó no revelar mi paradero
hasta no haber hecho la solicitud de asilo, pues sólo entonces estaría bajo
la protección del estado español. Mientras tanto, nunca me movía solo.
Siempre me acompañaba un par de compañeros de trabajo.
Y entonces llegó la llamada desde Eicisoft, supuestamente de Felicia y la
recepcionista me la pasó, con lo cual ya todo fue revelado sin que fuese
necesario el consenso de los que opinaban que aún no debía hacerse. Me pesa
decirlo, pero, de no ser por esa llamada, la lamentable búsqueda por las
morgues y hospitales se habría prolongado aún más, cierto es que
innecesariamente.
De Eicisoft, esta historia detallada sólo la conocía hasta ahora Jafet, que
ha estado un par de veces en mi casa aquí, en dos viajes que ha hecho a
España. Quizás él la haya contado a alguno más. De todas formas, aquí queda.
Aunque no ponga esta carta en el foro, aprovecharé para que la vean Mandy,
Marco y Viciedo, pues les puede interesar y no están en "zona peligrosa".
Julián
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